El presente escrito, recoge las aportaciones de un artículo publicado por el doctor Julio R. Bello, en donde se esbozan de forma clara y concisa las consideraciones generales para la elaboración y publicación de informes científicos. El referido artículo comienza con una aclaración bastante acertada por parte del autor, cuando enfatiza que los investigadores latinoamericanos por lo general no dan a conocer mediante publicaciones o difusiones los hallazgos, conclusiones y vivencias significativas de sus investigaciones, situación que ha sido objeto de crítica por parte de la comunidad científica nacional e internacional. En este orden de ideas, debe entenderse que
cuando los trabajos de investigación no son publicados, carecen de validez científica en cuanto a la credibilidad de las labores desarrolladas, la comprobación de hipótesis y por ende, carecerán de valor al no seguir el lineamiento de rigor aplicado en estos casos. Por tal razón, la idea central
del artículo es presentar algunas consideraciones en cuanto a la elaboración y publicación de informes científicos, conceptualizados por González como la comunicación escrita que se prepara esencialmente para una publicación especializada, con el objeto de dar a conocer el resultado de una investigación, en cualquiera de sus modalidades, que signifique un aporte al conocimiento o el planteamiento de una idea novedosa u original.
Así pues, esta publicación debe generar como resultado la reflexión y el debate por parte de la comunidad científica en torno a lo propuesto por el investigador. Lo expuesto por el autor, posee concordancia con lo descrito por Day y Gastel (2008), quienes aclaran que un informe de investigación se habrá publicado en forma correcta y válida, si es aceptado y publicado por lo que ellos describen como “revista científica primaria”. A esto agrega la UNESCO, que estas publicaciones deben plantear ideas concisas y fidedignas. Es importante señalar, que la publicación objeto de análisis, enumera los diferentes tipos de informes y las condiciones que deben poseer para poder ser objeto de publicación, tales como el rigor con el cual ha sido abordada la investigación, y que las conclusiones o propuestas sean derivadas de los datos obtenidos o la información presentada. También expresa algunas sugerencias relativas a la estructuración del discurso, la redacción del informe y el proceso de revisión de la versión final de la referida publicación.
En cuanto a los criterios para la publicación, recomienda González que una vez elaborado el informe, previas revisiones exhaustivas, se procederá a solicitar su publicación en una revista especializada. Pero debe tenerse en cuenta que posiblemente llegue a carecer de aceptación, por lo que debe ser riguroso el sometimiento a revisiones, debido a los parámetros que estas revistas presentan como condición para la publicación, pues al poner a la orden del lector informaciones que carezcan de veracidad, originalidad, objetividad, novedad y una gran cantidad de soportes científicos, las revistas podrían bajar el nivel de aceptación que tanto les ha costado alcanzar.
Finalmente, el autor presenta algunas reflexiones, en donde reafirma que las investigaciones científicas deben ser objeto de publicación, refiriendo lo expresado por Day (2006), quien postula que “…El científico no sólo tiene que hacer ciencia sino también escribirla” (p. ix). Aboga también por la necesidad de “formar investigadores”, y cierra su intervención expresando que un buen informe científico requiere de gran cantidad de tiempo y dedicación para garantizar su utilidad.
El método científico, ha sido considerado durante décadas, la forma más apropiada para la realización de diversas investigaciones, debido al rigor que el mismo posee en cuanto a la comprobación de hipótesis, el carácter empírico y la sistematicidad con que debe aplicarse. Su adecuada implementación dará paso al establecimiento de nuevas teorías y paradigmas que pueden abarcar un campo de acción en otros ámbitos alejados del quehacer científico. En este orden de ideas, la publicación del Dr. Julio González, en donde hace énfasis a la necesidad de dar a conocer a través de revistas especializadas los informes contentivos de investigaciones, deja en claro la necesidad de formar los investigadores. Este es el epicentro de la problemática, pues en la actualidad son pocas las personas que desean recibir formación de esta índole.
No obstante, para formar personas con un espíritu investigativo, se debe comenzar desde sus inicios en el sistema educativo, situación que se ha tomado en cuenta en las últimas reformas que en este ámbito se han realizado. Así pues, es la labor del docente en las primeras etapas de la formación pedagógica, la que permitirá la consolidación de personas críticas, reflexivas, investigativas, y deseosas de mejorar las situaciones que vayan en detrimento de la calidad de vida. Sólo así se podrán formar los genios y las mentes brillantes que en el futuro puedan conseguir mediante la investigación científica las curas de enfermedades mortales, la forma cómo detener el acelerado deterioro del planeta, y otras situaciones aún desconocidas.
González Bello, J. R. (2009). El informe científico: consideraciones para su elaboración y publicación. Revista Ciencias de la Educación. Segunda Etapa. Vol. 19. N. 34. Pp. 175-188. Universidad de Carabobo. Venezuela.
cuando los trabajos de investigación no son publicados, carecen de validez científica en cuanto a la credibilidad de las labores desarrolladas, la comprobación de hipótesis y por ende, carecerán de valor al no seguir el lineamiento de rigor aplicado en estos casos. Por tal razón, la idea central
del artículo es presentar algunas consideraciones en cuanto a la elaboración y publicación de informes científicos, conceptualizados por González como la comunicación escrita que se prepara esencialmente para una publicación especializada, con el objeto de dar a conocer el resultado de una investigación, en cualquiera de sus modalidades, que signifique un aporte al conocimiento o el planteamiento de una idea novedosa u original.
Así pues, esta publicación debe generar como resultado la reflexión y el debate por parte de la comunidad científica en torno a lo propuesto por el investigador. Lo expuesto por el autor, posee concordancia con lo descrito por Day y Gastel (2008), quienes aclaran que un informe de investigación se habrá publicado en forma correcta y válida, si es aceptado y publicado por lo que ellos describen como “revista científica primaria”. A esto agrega la UNESCO, que estas publicaciones deben plantear ideas concisas y fidedignas. Es importante señalar, que la publicación objeto de análisis, enumera los diferentes tipos de informes y las condiciones que deben poseer para poder ser objeto de publicación, tales como el rigor con el cual ha sido abordada la investigación, y que las conclusiones o propuestas sean derivadas de los datos obtenidos o la información presentada. También expresa algunas sugerencias relativas a la estructuración del discurso, la redacción del informe y el proceso de revisión de la versión final de la referida publicación.
En cuanto a los criterios para la publicación, recomienda González que una vez elaborado el informe, previas revisiones exhaustivas, se procederá a solicitar su publicación en una revista especializada. Pero debe tenerse en cuenta que posiblemente llegue a carecer de aceptación, por lo que debe ser riguroso el sometimiento a revisiones, debido a los parámetros que estas revistas presentan como condición para la publicación, pues al poner a la orden del lector informaciones que carezcan de veracidad, originalidad, objetividad, novedad y una gran cantidad de soportes científicos, las revistas podrían bajar el nivel de aceptación que tanto les ha costado alcanzar.
Finalmente, el autor presenta algunas reflexiones, en donde reafirma que las investigaciones científicas deben ser objeto de publicación, refiriendo lo expresado por Day (2006), quien postula que “…El científico no sólo tiene que hacer ciencia sino también escribirla” (p. ix). Aboga también por la necesidad de “formar investigadores”, y cierra su intervención expresando que un buen informe científico requiere de gran cantidad de tiempo y dedicación para garantizar su utilidad.
El método científico, ha sido considerado durante décadas, la forma más apropiada para la realización de diversas investigaciones, debido al rigor que el mismo posee en cuanto a la comprobación de hipótesis, el carácter empírico y la sistematicidad con que debe aplicarse. Su adecuada implementación dará paso al establecimiento de nuevas teorías y paradigmas que pueden abarcar un campo de acción en otros ámbitos alejados del quehacer científico. En este orden de ideas, la publicación del Dr. Julio González, en donde hace énfasis a la necesidad de dar a conocer a través de revistas especializadas los informes contentivos de investigaciones, deja en claro la necesidad de formar los investigadores. Este es el epicentro de la problemática, pues en la actualidad son pocas las personas que desean recibir formación de esta índole.
No obstante, para formar personas con un espíritu investigativo, se debe comenzar desde sus inicios en el sistema educativo, situación que se ha tomado en cuenta en las últimas reformas que en este ámbito se han realizado. Así pues, es la labor del docente en las primeras etapas de la formación pedagógica, la que permitirá la consolidación de personas críticas, reflexivas, investigativas, y deseosas de mejorar las situaciones que vayan en detrimento de la calidad de vida. Sólo así se podrán formar los genios y las mentes brillantes que en el futuro puedan conseguir mediante la investigación científica las curas de enfermedades mortales, la forma cómo detener el acelerado deterioro del planeta, y otras situaciones aún desconocidas.
González Bello, J. R. (2009). El informe científico: consideraciones para su elaboración y publicación. Revista Ciencias de la Educación. Segunda Etapa. Vol. 19. N. 34. Pp. 175-188. Universidad de Carabobo. Venezuela.
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